Eterna disputa

(Cuando la promesa del misterio y la certeza del instante se sientan a jugar su partida eterna, disputan la vida misma.)
Antesala: Bueno, Víspera, juguemos de una vez por todas esa mano de truco que nos debemos. Así, de una buena vez, sabremos quién lleva la voz cantante.
Víspera: ¡Sos jodida, Antesala! Siempre tan… definida. Tan al borde. ¿No te cansa esa inminencia constante? Dale, juguemos.
Antesala: Reparto yo.
Víspera: Me imaginaba que ibas a pedir eso. Repartí nomás, me voy a divertir sorprendiéndote y viendo cómo te equivocás.
Antesala: No cambiás más, Víspera. Tu perpetua danza de lo que aún no es me parece una promesa vacía... hasta que se cruza mi umbral. Yo soy lo concreto, el punto donde las cosas se convierten en hecho.
Ahí van tus tres cartas, y las mías.
Víspera: ¿Hecho? ¡Qué palabra tan… final, por no decir algo más lúgubre! Yo soy la promesa de infinitas oportunidades. En mí laten todos los posibles desenlaces, todas las alegrías aún no nacidas, todos los caminos inexplorados. Soy la página en blanco que ansía ser escrita.
Mmm... Esto pinta bien. ¡Envido!
Antesala: ¡Promesa! No me hagas reír. Vos sos la página en blanco, sí, pero yo soy la pluma que está a punto de tocarla. Sin mi presencia, tus posibilidades se diluyen en la nada. Yo soy el filtro, el cuello de botella donde la corriente de la expectativa se enfoca en un solo destino.
Quiero. ¿Cuánto tenés?
Víspera: ¡Pero perdés la magia en ese enfoque! El sabor dulce de lo que podría ser, la mariposa en el estómago de la ilusión… todo eso se desvanece al tocar tu fría piedra. Yo soy el susurro de los sueños; vos sos el silencio que precede al final.
Cuatro.
Antesala: Los sueños sin realizar son solo eso, Víspera. Yo soy la puerta a la experiencia. ¿De qué sirve soñar con el baile si no se cruza el umbral del salón? ¿De qué sirve la promesa del encuentro si no se llega a mi espacio?
Parece que arrancamos mintiendo. Tengo siete.
Víspera: El encuentro es más rico en mi espera, Antesala. Cada segundo está cargado de la anticipación del tacto, de la melodía de la voz. Una vez que se cruza tu umbral, la magia se vuelve tangible, sí, pero también… finita.
El tanto es tuyo. Ahí va mi carta.
Antesala: Finita, quizás, pero soy la certeza. Soy el momento donde la especulación se termina, donde la esperanza se prueba en el crisol de la realidad. Vos sos el preludio, yo soy el instante justo antes de la melodía.
Bueno... ese cuatro de copas hace juego con vos: ¡la primera es mía!
Víspera: Un preludio que contiene todas las melodías posibles, Antesala. Vos solo ofrecés la que está a punto de sonar. Prefiero la sinfonía silenciosa de lo que aún puede ser.
Mataste mi cuatro con un siete de oros. Sos muy obvia, Antesala. Ahí te juego la segunda.
Antesala: Y yo prefiero el eco resonante de lo que finalmente es. Cada uno cumple su propósito en el gran teatro del tiempo, Víspera. Vos inspirás el anhelo, yo marco la única realidad. Sin vos, no habría nada que esperar; sin mí, no habría vida.
Un tres le gana a mi Rey. La segunda es para vos.
Víspera: Suena muy presuntuosa la palabra vida en tu voz. Se me ocurre que es un disfraz que usás para ocultar lo que en realidad sos.
¡Truco!
Antesala: Cómo te duele, Víspera, que yo siempre esté un paso adelante tuyo. Por más que te inventes sueños...
Quiero.
Víspera: Esa seguridad de que siempre vas por delante te la inventás vos. Podría darte mil ejemplos de que no es así. Yo, que muevo ilusiones, alargo la vida de quienes me disfrutan.
¡Quiero retruco!
Antesala: Ah, bueno... me parece que te está haciendo mal el vino. ¡Yo le doy seguridad a quienes me habitan! Soy la puerta de entrada a la certeza.
Quiero.
Víspera: Que sos la puerta de entrada no me cabe duda. El problema es adónde llevás a quienes te cruzan. Y no pongas cara, que sabés bien de qué te hablo.
¡Quiero vale cuatro!
Antesala: Sos muy odiosa. No entiendo cómo se dejan engatusar por vos. Se te ve como un tratado de filosofía barato: un montón de palabras huecas. Un panfleto de la mentira. Te repito: ¡yo soy la certeza!
¡Quiero!
Víspera: Mejor no te contesto. Sos puro estructuramiento, tu capacidad de abstracción es muy limitada.
Ahí tenés el ancho de espadas.
Antesala: Me ganaste...
Víspera: Siempre te voy a ganar, Antesala. A la certeza le gana el misterio, y yo tengo la fuerza de la sorpresa.