Fragmentos

16.06.2025

Me acuerdo de los estruendos de aquella lejana tarde en la plaza, cuando era un niño pequeño.

Me acuerdo de los cuentos de exilio que me contaban en verano a la sombra del árbol de mandarinas

Me acuerdo de los juegos infantiles en la calle de tierra y de cómo robábamos granadas del árbol que había en la casa de la francesa, mientras ella simulaba no vernos.

Me acuerdo de que a los catorce años me escapé de mi casa con el afán de sumarme a una revolución, la aventura culminó a los siete días cuando regresé a dedo, muerto de hambre y con la cola entre las piernas. Ahí empecé a entender que muchas veces el ideal no es lo ideal.

Me acuerdo de las noches de estudio en la pieza de la pensión, con el bram metal calentando el ambiente y la cafetera humeante. En bastantes ocasiones los libros quedaban en la soledad de un rincón y nosotros andábamos por otros caminos.

Me acuerdo de las veces que regresando a mi pueblo me sentaba en la sala de espera de la estación y le preguntaba a la gente adonde le gustaría viajar. 

Me acuerdo del verano del setenta y tres en la plaza, cuando felices echábamos a volar nuestros sueños.

Me acuerdo de cuando trabajaba en el diario y cada vez que escuchaba los relatos de Don Armando me soñaba escritor. Todavía me sigo soñando...