Sueño que sueño

Hubo una vez una noche en la que soñé con un valle plateado. En él pastaba un unicornio amable y vivía una flor cantora que aguardaba un amor.

Como no supe soñar, fingí que ni unicornio ni flor existían, y que amar era apenas un sueño imposible.

Desde entonces, sueño que sueño con un sueño viajero que busca ese valle donde aún canta una flor que sueña amar.

Lo hago cada noche. Y mientras sueño que sueño, escribo sobre princesas que no despiertan y príncipes que no saben besar.

Lo hago porque sé —aunque a veces no lo sueño— que habrá una vez un despertar.

Y que entonces, cabalgando un unicornio amable, regresará al valle un sueño posible que besará a la flor.