Una sola vez

—De tanto en tanto, en el país de los sueños perdidos, una palabra rebelde fecunda a un silencio y lo convierte en relato.
Después de decírmelo, se levantó y se fue. Yo me quedé mirando por la ventana como se alejaba. Parecía disfrutar de la llovizna.
Me quedé pensando en que me va a resultar imposible hacer eso. Los silencios son muy guachos. Están acostumbrados a disfrazarse y a esconderse en cualquier rincón .
Pero estoy seguro de que ella es la única que podría ayudarme, ¿por qué no hablé?
Ahora no sé si la volveré a encontrar, aunque vuelva mil veces a este café. Estas magias no se repiten. El relato no nacerá.
Una voz me saca del lamento.
—Señor, hace mucho que está sentado solo a la mesa sin pedir nada, ¿espera a alguien?